Basura: un problema con el que nadie se quiere ensuciar

Mientras en otros países como los de Europa, Estados Unidos y Canadá desde los ochentas fueron cerrados sus rellenos sanitarios, creando una reglamentación más rígida pero consecuentemente eficiente, nuestros pasos con la gestión de la basura son mucho más lentos.

La Ciudad de México ha tenido un crecimiento desmedido a partir del siglo XX, en que han cambiado tanto los estilos de vida como los recursos necesarios para mantener a la población. Parecen innumerables los problemas que acaecen a esta ciudad que se caracteriza mundialmente por la sobrepoblación y el desenfrene en el crecimiento de sus límites.

Hace cincuenta años todavía se hablaba del cinturón de miseria que rodeaba a la ciudad, el cual estaba conformado por diferentes poblados, donde la gente que migraba de otros Estados, se asentaba buscando acoplarse al nuevo ritmo de vida, y aún la urbe la ciudad sigue creciendo. Esto ha llevado a la contaminación en todos los aspectos: atmósfera, degradación del agua, pérdida de áreas naturales y fauna, y pérdida de tierras agrícolas.

En términos económicos es difícil afirmar que se tienen los recursos para sostener a una población que se aferra a los límites de la urbanización, por marginales que sean, debido a los también deficientes sistemas de producción del país, la subutilización de los recursos y la sobreexplotación de muchos otros.

Es evidente que no es un país equitativo, mucho menos organizado y mientras la política dirige los beneficios a un sector reducido, la mayoría de la población sufre los estragos del desperdicio y la falta de educación y conciencia general.

Como reflejo de lo que ocurre a nivel mundial, en cuanto a la pérdida de valores sublevados al poder económico (por la importación de nuevos patrones de producción, tecnología y consumo), también la población mexicana ha identificado en el poder adquisitivo, la máxima diferencia entre el padecimiento y la tranquilidad.

La basura que no se ve

Uno de los problemas poco evidentes, es la excesiva generación de basura, la cual es confinada en sitios que no son los más adecuados ni con el control necesario. Consecuentemente, en un corto tiempo los rellenos sanitarios, que albergan las inmundicias de nuestra ciudad, llegarán a su límite sin una alternativa para el manejo de las basura. No obstante, este tipo de confinamiento no es el más adecuado ni confiable para la salud.

Mientras en otros países como Europa, Estados Unidos y Canadá desde los ochentas fueron cerrados sus rellenos sanitarios, creando una reglamentación más rígida pero consecuentemente eficiente, nuestros pasos son mucho más lentos.

En el marco de la ciudad de México, en 1992 una serie de siniestros acaecidos durante 1991 propiciaron la creación del Programa Metropolitano de Gestión de los Residuos Sólidos: “trece incendios provocados por los gases provenientes del depósito incontrolado de los desperdicios y la presencia de numerosos damnificados, entre ellos niños que habitan en la zona aledaña a los tiraderos [1].

Antes de la implementación de este programa, el único mecanismo de disposición final de los desechos sólidos era el tiradero a cielo abierto, con todas los perjuicios que esto supone. No obstante, esta ley es insuficiente, por lo que resulta prioritario plantear la aplicación de las leyes a situaciones concretas, a fin de hacer normas que logren atender el sinnúmero de problemas que aún se presentan en torno a la legislación.

Generación de la basura

En la ciudad de México mensualmente la familia urbana promedio (que consta de 5 personas) produce un metro cúbico de basura, lo que se traduce en términos de la ciudad entera, en tres millones de metros cúbicos. Para hacerse más gráfica esta cifra, el Estadio Azteca puede contener tan sólo un millón de metros cúbicos, lo cual significaría que mensualmente la ciudad de México requiere un sitio de tres veces el tamaño del Estadio Azteca. Diariamente se generan 11, 850 toneladas de sólidos municipales, de los cuales el 50% está compuesto por residuos orgánicos y 34% de reciclables [2].

En cuanto a la gestión de los desechos sólidos municipales (residuos que se generan en hogares y pequeños comercios), el artículo 58 del reglamento Interior de la Administración Pública del Distrito Federal responsabiliza al D.D.F. de las actividades de “minimización, recolección, transferencia, plantas de selección y aprovechamiento, así como sitios de disposición final; organizar y llevar a cabo el tratamiento y disposición final de los residuos sólidos, así como la operación de las estaciones de transferencia [3]“; de modo que las delegaciones tienen el trabajo de coordinar la recolección de la basura en los hogares.

La problemática inicia en lo que se manifiesta como relleno sanitario, en el caso de Bordo Poniente -único relleno que permanece abierto-, que en sus primeras fases fue un tiradero y que se convirtió en un relleno sanitario, pero que carece de las exigencias básicas internacionales. Este procedimiento se llevó a cabo con los trece tiraderos desaparecidos en la década pasada, puesto que únicamente se les tapó con tierra sin ningún otro control, pero el daño ya está hecho.

Por otro lado, persisten los depósitos de basura sin control, se habla de cerca de “seis mil tiraderos clandestinos en lotes baldíos, áreas de cultivo, espacios de la sierra de Guadalupe y ríos de la zona[1]”; de igual modo que el problema de contaminación por lixiviados de aguas y corrientes internas a pocos metros de la superficie de la ciudad.

La distribución de las rutas de los camiones de la basura igualmente resulta problemática ya que se hace en función de su rentabilidad, por lo que no van a las colonias más pobres, donde abundan los residuos orgánicos, que no son redituables en su venta. Igualmente, los recolectores piden una propina, a pesar de que el servicio es gratuito.

No obstante, los efectos más alarmantes se sitúan en la zona conurbana, cuyo crecimiento tuvo lugar a partir de las actividades industriales en zonas como Naucalpan, Ecatepec, Nezahualcóyotl, Coacalco, Chimalhuacán y Huixquilucan, que es a donde se lleva la basura del Distrito Federal.

El problema mundial de la generación de residuos

El problema del tratamiento de residuos sólidos, lo enfrentan las naciones por igual y tiene dos vertientes: el ambiental y el social-económico-político. En relación a la segunda, en los países subdesarrollados, la gestión de estos residuos es asumida por el sector informal: los pepenadores.

La cuestión más grave de los pepenadores es la marginalidad: este sector del cual depende el poco reciclaje que hay en México, es discriminado por el resto de la sociedad, ya que vive entre la basura. No obstante, representan un segmento importante al ser contabilizados entre 10 mil y 16 mil pepenadores.

Dentro del tiradero, las personas viven en familias, subsistiendo en condiciones miserables, “bajo una estructura de trabajo informal pero bien organizada, montada por medio de mecanismos convincentes como son la pobreza…, la violencia y el respeto hacia los líderes establecidos por la instauración del miedo [4]“.

Aunado a esto México carece de normas que obliguen a los empresarios a fabricar únicamente productos retornables o por lo menos reciclables, lo cual impacta en la acumulación y separación de materiales que se vuelve aún más difícil.

El problema de la basura radica en la producción desmedida que ha generado el sistema consumista que rige a la Ciudad de México. La sobrevaloración que las personas damos a estos productos ha de generado en la ignorancia e insensibilidad de manera que tan sólo resulta importante adquirir cosas, sin tomar en cuenta el impacto que esto implique a nuestro mundo.

“Lo verdadero y triste , es que el mismo humano es quien continuamente [produce basura] debido a la ignorancia, los malos hábitos, la flojera y la irresponsabilidad [5]“, dando lugar a un campo de batalla donde nadie quiere hacerse responsable por lo que produce ni por lo que compra.

Las escasas posibilidades económicas del Distrito Federal también impiden que se implementen formas alternativas de manejar la basura, dado que actual sistema (el relleno sanitario) resulta ineficiente en términos ambientales para acabar con el problema.

Aunque la ceguera es la actitud más cómoda, el hacer de nuestra ciudad el lugar donde queremos vivir consiste en responsabilizarnos por la basura que producimos y cambiar nuestros hábitos.

Convertir un problema en una posibilidad económica

Como en otros países, el convertir la gestión de la basura en una industria traería grandes beneficios, entre ellos, la disminución y correcta separación de los deshechos, el cuidado de los mantos freáticos, fauna y flora de la ciudad, la generación de fuentes de trabajo (donde se insertaría la mano de obra de los pepenadores), y la creación de empresas nacionales. Todo ello a partir de la acción de cada uno de nosotros.

No existe ni habrá recursos económicos ni humanos para contrarrestar el daño que hoy se hace a nuestra ciudad a causa de esta falta de conciencia de la población. El problema no radica en los sitios de depósito de la basura ni en que no se tire basura en las calles, sino en lo inadecuado de nuestro estilo de vida que acelera día con día nuestro proceso de autodestrucción, puesto que es evidente que sin recursos no podemos subsistir.

Notas

[1] Severini, Pamela. La gestión de la basura en las grandes ciudades. UNAM, Coordinación de Humanidades del Centro de Investigaciones sobre América del Norte, 1995. 40

[2] Gaceta de Manejo y Control de Residuos Sólidos en la Ciudad de México , 2.

[3] Gaceta de Manejo y Control de los Residuos Sólidos en la Ciudad de México, 1

[4] Ibidem

[5] Padilla Massieu, Carlos. “Basura”. La guía ambiental. coord.. y comp.. Regina Barba Pirez. Unión de Grupos Ambientalistas I.A.P. México, 1998, 527.

* Blanca Almaguer

https://www.ecoportal.net/temas-especiales/basura-residuos/basura_un_problema_con_el_que_nadie_se_quiere_ensuciar/

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